miércoles, 5 de diciembre de 2012

POEMA UNDERWOOD

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas.
 Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.
Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? 
Tú no has acaparado sino tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: 
Las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. 
El no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. 
No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. 
No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío...
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. 
Los pequeños hombres quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las orejas demasiadas grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a donde iría yo?.
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más...
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Las yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos.
 Pero está no es la escena final. Pero ello es por lo que el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.
La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa...

miércoles, 4 de enero de 2012

En paz



                                       Artifex vitae, artifex sui

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

lunes, 26 de diciembre de 2011

“Derecho al delirio”


Aunque no podemos adivinar el tiempo que será,

sí que tenemos al menos el derecho de imaginar

el que queremos que sea.
Las Naciones Unidas ha proclamado
extensas listas de derechos humanos,
pero la inmensa mayoría de la humanidad
no tiene más que el derecho
de ver, oír y callar.
¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado
derecho de soñar?
¿Qué tal si deliramos por un ratito?,
al fin del milenio,
vamos a clavar los ojos más allá de la infamia
para adivinar otro mundo posible:

"El aire estará limpio de todo veneno que no venga

de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

La gente no será manejada por el automóvil,
ni será programada por la computadora,
ni será comprada por el supermercado,
ni será mirada por el televisor.
El televisor dejará de dejará de ser
el miembro más importante de la familia.
La gente trabajará para vivir,
en lugar de vivir para trabajar.
Se incorporará a los códigos penales
el delito de estupidez,
que cometen quienes
viven por tener o por ganar,
en vez de vivir
por vivir no más.
Como canta el pájaro,
sin saber que canta,
y como juega el niño,
sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos
que se nieguen a cumplir el servicio militar,
sino los que quieran cumplirlo.
Los economistas no llamaran nivel de vida
al nivel de consumo;
ni llamarán calidad de vida
a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán
que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán
que a los países les encanta ser invadidos.

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres,
sino contra la pobreza.
Y la industria militar no tendrá más remedio
que declararse en quiebra.
La comida no será una mercancía,
ni la comunicación un negocio.
Porque la comida y la comunicación
son derechos humanos.
Nadie morirá de hambre,
porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados
como si fueran basura,
porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados
como si fueran dinero,
porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio
de quienes puedan pagarla,
y la policía no será la maldición
de quienes no puedan comprarla.
La justicia y la libertad,
hermanas siamesas,
condenadas a vivir separadas,
volverán a juntarse,
volverán a juntarse bien pegaditas,
espalda contra espalda.
En Argentina, las locas de plaza de mayo
serán un ejemplo de salud mental,
porque ellas se negaron a olvidar
en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La perfección,
la perfección seguirá siendo
el aburrido privilegio de los dioses.
Pero en este mundo,
en este mundo chambón y jodido,
cada noche será vivida
como si fuera la última,
y cada día como si fuera el primero. 
                                                                Eduardo Galeano

jueves, 17 de noviembre de 2011

En primera persona




Un cielo melancólico acompaño mi infancia
dios era una entelequia de misa y sacristía
con siete padrenuestros y alguna avemaría
me otorgaba perdones su divina jactancia

luego poquito a poco fue tomando distancia
y un día me hallé lejos de aquella eucaristía
vi tantas injusticias y tanta porquería
que dios ya no era dios sino una circunstancia

se agravó mi conciencia maravillosamente
y cada vez son menos las cosas en que creo/
cuando interpelo a dios se va por la tangente

los milagros se venden de nuevo al menudeo
y así me fui cambiando de buen a mal creyente
de mal creyente a agnóstico  /y de agnóstico a ateo.


Mario Benedetti
(De: La vida ese paréntesis)
   

sábado, 5 de noviembre de 2011

El sueño del domingo (por la tarde)



El locutor atropella sus palabras
cada jugada anuncia el gol que no llega
Inca Kola la bebida de sabor nacional
¿Arde su carro ?
Llévelo a Automotriz Rivarde
antes de que sea tarde.
Domingos por la tarde :
él echado en su cama sin zapatos
en bividí
la radio a todo volumen
ella plancha y murmura
los sábados los odio
y los domingos... los detesto.
Después del almuerzo familiar
rociado con vino que no tomamos
entre el ir y venir de platos
sólo esperamos el click de la radio
para ser expulsadas al lado de la cocina
y poner orden al desorden de la fiesta.
Me juro que cuando sea grande
no seré como ella
y él al que aún no conozco
no será como él :
en mis días no habrá plancha
ni fútbol ni lamentos.
Los domingos por la tarde
sólo tiene voz el locutor
él vibra por la pasión de un gol
olvidado ya del amor
ella sólo murmura
yo sueño con mis Domingos de Gloria.



                                                                           Giovanna Pollarolo (Perú, 1952)
                                          

lunes, 17 de octubre de 2011

GATOS, GATOS Y GATOS...

Gatos, gatos y gatos y más gatos

me cercaron la alcoba en que dormía.
Pero gato que entraba no salía,
muerto en las trampas de mis diez zapatos.

Cometí al fin tantos asesinatos,
que en toda Roma ningún gato había,
mas la rata implantó su monarquía,
sometiendo al ratón a sus mandatos.

Y así hallé tal castigo, que no duermo,
helado, inmóvil, solo, mudo, enfermo,
viendo agujerearse los rincones.
Condenado a morir viviendo a gatas,
en la noche comido por las ratas
y en el amanecer por los ratones.

Condenado a morir viviendo a gatas,
en la noche comido por las ratas
y en el amanecer por los ratones.

Condenado a morir viviendo a gatas,
en la noche comido por las ratas
y en el amanecer por los ratones.

domingo, 16 de octubre de 2011

Prólogo a "El Retrato de Dorian Gray"





"El artista es el creador de las cosas bellas. Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte. El crítico es quien puede traducir a otra forma o a un nuevo material su impresión de las cosas bellas. La más elevada, así como la más baja, forma de crítica es la de autobiografía. Los que encuentran intenciones feas en las cosas bellas son corruptos sin encanto. Ésa es su falta. Los que encuentran intenciones bellas en las cosas bellas son los cultivados. Para éstos hay esperanza. Existen los elegidos para quienes las cosas bellas significan sólo belleza. 

No existen tales cosas como los libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o están mal escritos. Eso es todo. La aversión del siglo XIX al realismo es la rabia de Calibán al ver su rostro en el espejo. La aversión del siglo XIX al romanticismo es la rabia de Calibán al no ver su rostro en el espejo. La vida moral del hombre forma parte del tema del artista, pero la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Hasta las cosas que son ciertas pueden probarse. 

Ningún artista tiene tendencias éticas. Una tendencia ética en un artista es un imperdonable manifiesto de estilo. Ningún artista es nunca mórbido. El artista puede expresarlo todo. El pensamiento y el lenguaje son para el artista instrumentos del arte. Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el arte de la música. Desde el punto de vista del sentimiento, la profesión del actor. Todo arte es a un tiempo superficie y símbolo. Los que buscan bajo la superficie, lo hacen a su propio riesgo. Los que interpretan los símbolos, lo hacen a su propio riesgo. 

Es al espectador, no a la vida, lo que refleja realmente el arte. La diversidad de opiniones sobre una obra de arte demuestra que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos difieren, el artista está en armonía consigo mismo. Podemos perdonar a un hombre por hacer algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para hacer algo inútil es que uno lo admire intensamente. Todo arte es completamente inútil."

Oscar Wilde